Oda A Una Perdición (18.11.04)
La habitación se ilumina de un amanecer rojo
Y una vez más buscas la araña desaparecida,
de esa tela que cuelga en el rincón.
La boca arenosa, los ojos vidriosos y el cuerpo
apaleado.
Te levantas con nauseas y la música retumba
en tu cabeza.
Todas las velas extintas y la suerte ha impedido
que la casa no ardiera.
Te giras sabiendo la respuesta,
de nuevo has dormido solo;
aunque solo no has pasado la noche…
tu amigo yace rendido en el sofá.
Las colillas, el alcohol, los mecheros, los compactos.
Botellas vacías y azúcar derramado,
posos de café y cucharillas pegajosas.
Hoy es Jueves y hace 10 minutos que debías
haber entrado a trabajar.
Sales a la terraza y el frío te corta como un cuchillo.
Recapacitas un instante y tienes la certeza
de que todo continuará siempre igual.
Y una vez más buscas la araña desaparecida,
de esa tela que cuelga en el rincón.
La boca arenosa, los ojos vidriosos y el cuerpo
apaleado.
Te levantas con nauseas y la música retumba
en tu cabeza.
Todas las velas extintas y la suerte ha impedido
que la casa no ardiera.
Te giras sabiendo la respuesta,
de nuevo has dormido solo;
aunque solo no has pasado la noche…
tu amigo yace rendido en el sofá.
Las colillas, el alcohol, los mecheros, los compactos.
Botellas vacías y azúcar derramado,
posos de café y cucharillas pegajosas.
Hoy es Jueves y hace 10 minutos que debías
haber entrado a trabajar.
Sales a la terraza y el frío te corta como un cuchillo.
Recapacitas un instante y tienes la certeza
de que todo continuará siempre igual.
Recuerdos de un pasado que no nos parece tan lejano ¿o quizás sí?