martes, julio 07, 2009

¿La Furia de los Dioses?

Año 2002 d.C.
"El mundo Mediterráneo nunca dejó de tener herencia griega, no por el idioma, ni mucho menos, ni por la cultura,... sinó porque en algunos momentos nos siguen dando por ahí"
(NachoRamus).

Iba caminando por el antiguo barrio de la Metropolis con mi amigo Litrón.
Paraje repleto de comercios, tabernas y placenteros lugares donde distraerse, aseaerse,... o disfrutar de los manjares de la vida.

Mi amigo y yo decidimos detener nuestro dicharachero paseo. Al final de una de esas estrechas calles, había una plaza con una típica ibérica terracita, donde decidimos empezar nuestras ofrendas al dios Dionisio.
Mientras hablábamos de nuestras pequeñeces filosóficas sobre la existencia, la honra hacia lo místico y lo divino incrementaba, al mismo tiempo que nuestra bolsa de monedas menguaba.
Tan contento y honrado se sintió Dionisio que nos arrebató hasta la última moneda, para así poner fin a nuestra frenética homilía, dejándola para el siguiente cambio de luna.


Tras percatarme de mi falta de liquidez y de capital, decidí poner fin y hacer caso a la señal de Dionisio. Hestia (diosa de las virtudes domésticas) reclamaba nuestra presencia en nuestros abandonados hogares.
Pero como era de esperar y debido a la debilidad ante la religiosidad, nuestro crepúsculo se nos prolongaría más de la cuenta:

- ¿Otro vino?, pregunté a mi amigo Litrón.
- ¡Por los Dioses!, respondió.
- ¿Vamos a las afueras?
- Si, por el Barrio Ensanchado o por el Campo del Arpa.


Para ello debíamos sacar dinero del banco metropolitano más cercano y que no se nos hiciera más tarde de lo que era.

En el banco central, una enorme estatua de Hermes (dios de la elocuencia y del comercio) nos daba la bienvenida, pero lo encontramos cerrado. No hay dinero.
Fuimos a otras sedes cercanas, y nada de nada,..cerrado.
Ni siquiera el invento de un "genial viajero anglosajón", llamado "dinero plastificado", nos funcionaba.
Y así uno tras otro.

Para colmo, y con la paciencia desmoronándose por momentos, mi burra, algo vieja y cansada, no quería moverse, y menos con dos personas (hecho del cual estaba muy poco acostumbrada).

- ¡¡Maldita burra!!. ¡A ver si algún día me puedo comprar un caballo o un buey!.
Exclamaba poniendo el grito al cielo.

La verdad es que, la pobrecilla, sacaba la lengua, zarandeándola de un lado o otro, y yo sin una maldita moneda para pagarle un poco de agua en ¿cualquier abrevadero?,... ¿en el centro?, pero si no veíamos ni uno. Hasta Poseidón parecía habernos negado de agua.
Gastando todas mis plegarías hacia alguna diosa, tipo "Fortuna", y que los intelectuales aún no habían creado, finalmente arribamos a Campo del Arpa. Allí observamos otro banco...
Miré a Litrón y, ambos, curiosamente, pensamos lo mismo...ahí mismo acabaría nuestra aventurilla, no debíamos enojar más a los dioses.

Mi amigo haría caso a Hestia y a Morfeo, mientras que por mi parte, y tras poder haber saciado la bárbara sed de mi pequeña burra, concedería mis rezos a Apolo, para que así iluminase mi camino de regreso a casa, a la metrópolis extraradial de Cornelia.
Mañana sería otro día, con el permiso de Zeus, por supuesto.



3 Comments:

Blogger Hades said...

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

11:37 p. m.  
Blogger Hades said...

Jey,jey, que caudal de memoria más increible, ja. Iba leyendo la historia y poco a poco recordaba vagos retazos del momento. Lo de los bancos fue definidito, que bueno.
Amor, Gloria y Fortuna!!!

11:44 p. m.  
Blogger Unknown said...

Fuueerza! Semos esclavovos! Todos!!! Si no de los bancos, de nuestro romanticismo. Al lorooo!!!

1:43 a. m.  

Publicar un comentario

<< Home