lunes, marzo 20, 2006

Luz Roja.


Dauðalagið…… Dauðalagið……… Cuando me destinaron aquí, todos los que conocía me miraron con ojos de borrego degollado, mi madre lloró y mi padre se retiró en silencio. Más tarde comprendí porque. Cuando lo vi por primera vez parecía más grande, ahora sé que estoy metido en un ataúd que surca el mar en la superficie y a veces se sumerge. Cuando lo hace, nunca sabes si volverás a subir de nuevo.
Dauðalagið…… Dauðalagið……… Aquí dentro todo es funcional, lo superfluo sobra, no tenemos ni tiempo ni espacio que perder. Comparto mi catre con un compañero de otro turno, comparto mi aire con toda la tripulación y hasta comparto el dolor, las lágrimas y las escasas alegrías con las sombras con las que me cruzo. Todo tiene una rutina y una disciplina que seguir. Hasta cuando me tumbo en mi cama a descansar y escucho a F. como recita una vez más en voz baja la última carta que recibió de su novia. Me sé todo el texto tal como si estuviera destinado a mí, todas las comas y los puntos, todas las pausas y las sonrisas entre dientes. Y entonces me mira con sus ojos cansados de haber visto demasiado miedo y se me pone a llorar, y doy un salto, me acerco a él y apoyo mi mano en su hombro. Le invito a un cigarrillo y me marcho a fumarme uno yo solo.
Dauðalagið…… Dauðalagið……… Suena constantemente en el aire denso, en cada rincón, detrás de cada puerta, por encima de las tuberías. La reconozco en el rostro de todos y cada uno de mis compañeros. Hasta en la mirada perdida del Capitán puedes encontrar las notas para tararearla. A veces G. rompe la monotonía y conecta la gramola. Entonces ves un poco de luz alrededor tuyo y descubres que la gente guarda sus dientes detrás de los apretados labios de cada día y bailamos y cantamos. Pero todos sabemos que entre cada estrofa, entre cada silencio y sobre todo, cuando se apaga la música, ella vuelve a nosotros como una nana para dormirnos, no nos abandona, sólo espera pacientemente su turno, no tiene prisa.
Dauðalagið…… Dauðalagið……… La luz roja se ha encendido, el motor funciona en modo silencioso, todos callan y se mueven de una forma ensayada una y mil veces antes, en una armonía funestamente perfecta, con miradas de recuerdos imposibles de olvidar. El sónar retumba en los corazones y en medio de todo este silencio, las gotas de sudor se empapan de esta canción que se ha hecho tan nuestra. Los minutos pasan tan lentamente que todos hemos envejecido un poco más, todos hemos aprendido a contar hasta hoy y sabemos que después es una palabra que suena tan lejana, como las arrugadas imágenes que guardas en la cajita debajo de la almohada.
Dauðalagið…… Dauðalagið……… Ya ha pasado todo, la tripulación puede respirar tranquila y los angostos pasillos vuelven a iluminarse con la mortecina luz amarilla de las lámparas. Pero aquí sabemos que esto no es una salvación. Todavía quedan muchas cartas que leer, muchos cigarrillos que fumar y muchas palmadas en la espalda ocultando tu miedo a alguien que ya está con un pie en la tumba desde el mismo día que embarcó contigo. Quizás ya no vuelvas a ver más luces rojas porque ni siquiera han dado tiempo a encenderlas y puede que ya no vuelvas a llenar tus pulmones con el aire fresco de la libertad porque tu destino sea el fondo del mar. Pero todos seguiremos hombro con hombro buscando una salida en este sinsentido que nos rodea.
Dauðalagið…… Dauðalagið……… Escucha……. La Canción de la Muerte sigue sonando……