lunes, agosto 10, 2009

Mi Ángel. IIIª Parte.

Un concierto.
Siempre pensé que la música debía ser un vínculo especial entre dos personas (un adjetitvo añadido al sustantivo). En nuestro caso, la ausencia era silencio, y debía ser sustituído por la compañia de algo más: la música. Y qué mejor manera que un concierto, en viernes noche de luna llena. Un concierto con uno de esos grupos "no televisivos" de tres al cuarto, sinó de los buenos, de los que realmente saben tocar y cantar de verdad, en directo, "cara a cara", más allá de una canción radiada.
Esa magía quería compartirla contigo,...pensar que por una noche, solo una, nuestros corazones estarían de nuevo juntos,...que bailarían enganchados canciones singulares, de una exclusiva voz femenina. Una hechicera noche que rompiera con el maleficio de ser noche y día, sol y luna, y una de tantas y miles "parejas extrañas". Todo para hacernos sentir, eso, exclusivos, únicos, unidos.

Lo sentí y aún lo siento, porque negarlo. ¿Y tú?.
Sentí, abrazados, por mi espalda, por tu espalda, a mi lado, como mis alas volvieron a batirse, a alzarse.
Cogí, tu mano suavemente y te conduje a dar un "vuelo" al son de la música (como cuando dos aves parecen que bailan en el cielo a tenor del viento). ¡Qué sensación volver a sentir lo arrinconado!.
Un día espléndido para avivar hogueras, compartir secretos, repartir sentimientos, palabras, hechos,... Una maravillosa noche de verano, para enmarcar.....en un cuadro de "bipolaridad".
Dos canciones.
Demasiado apresurado llegó, ese sorpresivo y supuesto momento.
Apenas salíamos del concierto, cuando al sentarnos en un terraza, llegó, en forma de arrasadora horda, tu "razón". De un escopetazo abatió mis alas, derrivó mi placentero vuelo.
Son de esas situaciones, en los que alzas la vista hacia un ennegrecido cielo. Paralizado, diriges tu mirada en búsqueda de ese inexistente resplandor, de una eclipsada luna. Mirada infinita por no ver la celeridad con que te aproximas al suelo.

No se quiere más, ni se ama más a nadie, por tenerlo atado o por dejarlo marchar. Ni quería atar, ni ser atado, ni quería dejarte marchar, ni dejar que me marcharse.
Es más, preocúpate cuando no te aten lo más mínimo, o cuando se marchen sin decir adiós, o cuando no les importe en absoluto que te marches.
¿Existe en tu mundo un término medio?, ¿tan difícil es compartir, disfrutar, los exclusivos momentos que nos regalamos?, ¿crees que realmente tu mundo es tan desmesuradamente antagónico al mío?,...
¡Claro que entiendo lo que me dices y lo que quieres!, y tú ¿entiendes a tu corazón?.
¡"Bonitas vistas" de la ciudad Condal!. Aciagas palabras de despedida.
El encantamiento esfumándose, resquebrajándose en millones de pedacitos. Dos canciones diferentes.

Inaba Denko.
Lo dicho, no hay dos sin tres. Hasta el momento, ese miércoles había sido un buen encuentro (desde la última vez, desde el concierto), pero algo se volvió a torcer. ¿Es cierto que contribuí a ganarme el segundo ¡no!?, ¿un mal entendido?. Yo no le quise dar una extrema transcendencia...y respeté que tú le dieras la importancia que requerías. Pensé que, quizás, el tiempo me daría la razón,..que no fue un error. Era cuestión de "Confianza". ¿Confiabas en mi?. Ya me dí cuenta que no. Al parecer el tiempo me dió la razón.

Kamizake.
A la tercera, la vencida. ¿Pedro negó dos veces a Jesús?, mas bien tres.
¿Otra deseperada contienda?. Los cañones de mi corazón, que tantas batallas habían librado, se silencieron, dejaron de disparar, todo por continuar haciéndote creer solo eso: conocernos, compartir, disfrutar, alegrarse, aproximar nuestros mundos.
Tu me diste las alas y las alas vuelven a ti: un grupo de valerosos e incautos soñadores se subieron a sus respectivos aviones. Un escuadrón de fanáticos y aférrimos defensores de mis hidalgas creencias, se dirigieron en formación, surcando los cielos, hacia un fatídico final.

De fondo sonaba mi estimada "Daudalagid", y cuatro farolillos iluminaban mi terraza.
Un zumbido de rotor, de motor, con los morros en picado, apuntando a tu acorazado corazón. Un último intento por conmoverte.
Un vuelo sin retorno, un último intento...y...estrellados, en el mar de los recuerdos.
Un último intento....para "nada".

¿Continuará?

(Dedicado a Marta)

lunes, agosto 03, 2009

Entre el corazón y la razón.

Corazón: - ¡Otra vez con la misma discusión!. Siempre que me siento feliz, tú vas y...¡zas!, te pones serio, duditativo e incluso me levantas el tono.
Razón: - ¡Qué exagerado!. Sacas las cosas de contexto y no ves más allá de tus arterias.
C: -¡Vaya!, el que todo lo ve tan claro, al menos te dieron ojos, no como a mi que me hicieron ciego... pues si estamos aquí es, también, por culpa tuya.
R: - ¿Mía?....tú, y tus impulsos y sentimientos desmesurados,... que si tus ilusiones, tus alegrías, tu vivir la vida,...

C: - ¿Y dónde estabas cuando le mirábamos fijamente en el terraza de esa plaza?. ¿Acaso te quedaste dormido?.
R: - ¿Que dónde estaba?, ¿encima te atreves a decirme que dónde estaba?. Te dejé quedar con ella, aún estando en contra, y media hora de charla y ¡catapún! me sacudes en el epitálamo.
C: - ¿Golpearte yo?, ¿y las cervezas que nos metíamos?,...claro, se te sube a la cabeza y pasa lo que pasa, te quedas ciego.

R: - ¿Y qué quieres que le haga?. Si empiezas a esparcir y repartir el alcóhol por todos los lados,...y faena tengo yo para controlaros a todos, sobre todo a la vejiga, al hígado y al riñón,...
C: - Perdona que te diga, pero yo también controlo a los demás. Que desde que me has dejado libre, ya no me metes esas asquerosas pastillas para tus dolores.

R: - ¿Tenerte cogido yo?, ¿pero qué dices?..
C: - ¡Ya me estás levantando la voz!.

R: - ¡Vaya con el corazoncito, ahora se pondrá a llorar,...pobrecito!. ¿Y dónde te metías tú, cuando yo me medicaba?. Porque yo, al menos, intentaba tirar del carro,...y ¿tú?...¡ah si, ahora recuerdo!...el musculito estaba tirado por los suelos, llorando,...¡Qué lástima!...y venga a darle a la botella,...y la resaca ¿para quíen?, para el de siempre, para mi.
C: - Vale, vale, tienes razón,...como no la vas a tener tú, la razón,.. alguien debería tenerla, ¿no?. ¿Será que no te lo pasabas bien cuando bebíamos?. Que si estoy flotando, que paz, que si la tranquilidad, que si el relax, que si ahora no pienso tanto,... y tu dichosa serenidad, para que no se te descontrolen los nervios,... Ahora a bailar, a decir tonterías, sobranteces, hasta que empiezas a balbucear.

R: - Mira, no sigamos por ahí,...que no acabaremos nunca,...bueno sí, sí acabaremos, con una cerveza. En serio...¿te has parado a pensar en nuestro futuro, en nuestro bienestar, nuestra vida juntos, nuestros planes?.

C: -¿Desde cuándo me tengo que parar a pensar?. Eso es cosa tuya, señor sabelotodo.
R: - Siempre me haces lo mismo. Cuando algo se te mete entre pecho y pecho,...empiezas a olvidarte de mi. Tú y tu por fin soy yo, tus romanticismos y mil estupideces más.
Me saturas y me obligas a ausentarme, te dejo hacer, y cuando vuelvo te encuentro tirado en el mismo sitio: en el suelo. Con tus historias de pájaros de fuego, que si relatitos, y ¡ahy, qué dolor, qué mal estoy!.
C: - Fíjate, al que nunca le duele nada...¿será que no me pones a mil pulsaciones con tus rollos?. Que si el trabajo, que si la família, que si esto está mal, que...

R: - ...Que si no llega a ser por mi, tu no te levantas,... y ya estarías divagando en cualquiera de tus pozos.
C: - ¡Qué cabezón eres!. Siempre la culpa de todo es mía. Pues te recuerdo (y que tenga que hacerte recordar yo tiene guasa) que esa pandilla de fenómenos y demás segregaciones hormonales del hipotálamo las creas tú y sólo tú, luego me las mandas,...y claro está, mi obligación es repartirlas...con las consecuencias que sean.

R: - Buenos, dejémoslo ya, ¿vale?.
C: - Vale.

R: - ¿Por qué no miramos de ponernos de acuerdo por una vez e intentamos hacer que esto vaya bien?.
C. - Dime, ¿qué piensas?.
R: - Creo que es posible tener nuestra vida juntos, con nuestras inquietudes, realizaciones, sueños, y al mismo tiempo estar con ella, mirar de disfrutar de los momentos compartidos con ella. Al fin y al cabo ella no es tan diferente a nosotros. ¿Y tú qué crees?.


¡¡¡RINGGG, RINGGGG!!!
C: - ¡Corre, corre, envía la mano al móvil y cógelo, que seguro que es ella!.
R: - Ya empezamos...¡Ahy qué loco me ha salido!.
¡¡Ya voy, ya voy!.