Fascinado, así quedé durante y después del concierto.
Cuando descubres que un grupo de música te canta y encaja perfectamente con lo que tu vives, o sencillamente, deseas expresar y no tienes palabras, o si las tienes las perdiste en el pasado, y ya no hay manera de rescatar.
Entiendo el Rock-Pop de Sidonie como la mezcla entre la feliz imaginación y el realismo más cruel y, a su vez sencillo, superficial, de lo que es la vida, sin complejos, con sus alitbajos. La subida al cielo del más mediocre y la bajada al infierno del héroe que perdió. Historias de personas corrientes (como tu y yo), historias imaginarias.
Sin faltarles ese toque (a mi juicio magistral) de psicodélia (influencia de George Harrison, Bowie, Pink Floyd,...) y de romanticismo, de amor, perdida, reconciliación, locura. Agridulce. De pasado y de futuro, de monotonía y de improvisación.
Allá por julio del 2007, escuché por primera vez la canción de “Nuestro baile del viernes” en la radio. Dos meses después tuve el disco en mis manos, y con él, un nuevo grupo que me acompañaría en el viaje de mi vida, para dar banda sonora a la misma: septiembre, octubre, noviembre,...” El dandy del extrarradio”,...
Ahora y tras el concierto, sólo me queda retroceder en el pasado y descubrir el resto de su discografía.
Preludio.
“- En mi celda acolchada
tienen mi cabeza vendada.
Me espera una sesión de electroshocks
para que recupere la razón.
En mi camisa de fuerza,
escucho hablar tras la puerta.
Los médicos preparan la poción,
es una dosis superior, sí, por favor.
-Lo sé es horrible el sabor.
Pero ya verás te sentirás mejor.
Perdón no me presenté
soy la paciente de celda tres.
-En la pista de baile
danzamos canciones en braille.
Aquí los locos lo pasamos bien
con un aguijón en nuestra sien.
Siento calambres hermosos
en mi sistema nervioso.
Nada de esto me hace efecto ya,
ya que no consigo olvidar.
-Dime por qué estás aquí
que recuerdo quieres extinguir.
Te van a lobotomizar,
la enfermera empieza a conspirar.
-No te puedo olvidar.
Lo siento no te puedo olvidar.
Aunque lo nuestro se acabó,
brillará como una estrella que murió.
Somos los Olvidados,
Y el olvido,
Brillará como una estrella que murió.
-Mentí, yo no te olvidé,
y sé que esto me va enloquecer.
Soy yo el intenso fulgor,
que ya no ves porque alguien apagó."
Así empezó el concierto del 8 de marzo de Sidonie, en la sala Apolo de Barcelona..
Con que mejor canción que con un video clip, post-lp costa azul, de la canción “Los Olvidados”.
Seguidamente aparecieron Axel, Marc y Jesús (éste último con un cigarrillo en la boca y una copa en la mano), y con retraso de media hora (mínimo), preludio de una velada inolvidable.
Músicos.
Dicen, y reafirmo, que en los conciertos, en directo y sobre un escenario es donde se demuestra si un grupo es bueno o no, y Sidonie lo es.
Grandes músicos dispuestos a entregarnos todo. Y así lo hicieron.
Palmas, palmas, y palmas, Jesús nos quería meter en su bolsillo, y lo consiguió con cada una de las canciones, con sus bailes y saltos, inicios y finales de canción, haciéndonos partícipes de lo que nos querían transmitir.
Cantaron casi todo el disco de “Costa Azul“, varias canciones del “Fascinado”, y otras tantas de sus anteriores discos en inglés, supongo que de “DragonFly”, “Sidonie”, y “Shell Kids” y pronto lo descubriré.
En todas sus canciones en inglés, a parte de las dos versiones que hicieron (con gran originalidad), encontré genialidades que no se escapan de mi mente: inicios de canción al más puro estilo “Massive Attack”, música Tecno y Rock Electrónico del setenta, desgarrado y extasiante. Alargando con soberbia, acordes (tanto iniciales como finales) de canciones y modificando pequeños detalles dignos del directo.
Y por supuesto no faltó, las canciones, a pocas revoluciones, lentas, con un solitario Marc y su guitarra.
Detalles.
A la hora, ya se querían marchar, o eso nos dieron a entender, y tras otorgarnos varias sonrisas, y las prometidas tres últimas canciones, continuaron con muchas más. Se les veían que disfrutaban de lo que hacían...y nos lo seguían transmitiendo.
La actuación paró, Marc y Jesús, guitarras españolas en manos, bajaron a la pequeña pista del Apolo, y con la gran suerte que no estaba a reventar y se podía estar, bailar con tranquilidad.
Así que, crearon el silencio: “Silenci, cony”, estos no se cortaban el pelo, eran los capitanes del concierto y nos llevaban por donde querían.
Luego nos hicieron sentar, como niños atónitos ante la fábula del sabio, y empezaron a tocar la canción “Todo lo que nos gusta”, a garganta pelada.
¿Y el coro?...nosotros. Impresionante.
Actores.
Si de una cosa me enamoré de Sidonie es de la gran imaginación que denotan en algunas de sus “psicodílicas” composiciones, a la hora de expresar sus sentimientos o sus relatos.
El “Giraluna” parecía ser el final, y no se podía esperar menos de ellos.
El silencio volvió a reinar en la sala, en la pantalla de video se alzó mi querida luna llena.
Algunos de los allí asistentes empezaron a alzar su brazo, al mismo tiempo que Axel, con una enorme máscara (al más puro estilo carnavalesco veneciano) se alzaba lentamente.
Axel se marchó y propició la aparición de Marc (vestido con capa y corona de Rey) y Jesús (de paje Real).
De nuevo...Impresionante. Lo habían hecho. Preformistas.
Y como en todo gran concierto de casi dos horas, el final tampoco fue para menos.
El telonero (mezcla de Bunbury y Calamaro, con mis respetos), después de haber estado enchufado a lo que se podía beber y organizar (o liar) tras el telón, salió al escenario (sin nervios algunos...¿por qué será?...) y se encargó de cerrar la función: Un excelente momento de gloria para cada uno de los tres componentes del grupo, además de los dos acompañantes: el del piano y clavicordio, y el de la steel guitar (cuyos nombres no recuerdo, evidentemente).
Los aplausos: más que merecidos.
Tras el concierto, y para más INRI, nos invitaron, a todos los asistentes, a seguir disfrutando de su música en un pub (que tampoco recuerdo), en donde tocan, charlan con amigos y, por supuesto, beben.
No fui, no pasaba nada por no hacerlo.
Dedicado a Montse. Gracias.
Para siempre, dentro, en mi absurdo corazón.